A todos nos gusta ver los hermosos colores que iluminan las noches de Navidad y Año Nuevo, pero nos olvidamos de aquellos que realmente sufren debido a los fuertes ruidos que los fuegos artificiales y los petardos generan.
Nuestros pequeños amigos peludos la pasan terrible, se pierden, se desorientan, se descompensan y hasta mueren del susto que les generan, no están acostumbrados a los fuertes ruidos que éstos generan y los llevan a un estado de desesperación. Ese perrito que todos los días te saluda moviendo su colita de alegría al verte, podría sufrir de un infarto o de algún traumatismo, fuertes dolores de oídos, ya que escuchan casi el cuádruple que nosotros.
Además hay niños pequeños, niños o personas con autismo que deben encerrarse, esconderse, taparse los oídos para no escuchar éstos fuertes ruidos, ya que aquellos que padecen un desorden del procesamiento sensorial, tienen los sentidos exacerbados, y especialmente el oído, percibiendo los ruidos de manera aumentada. Son hipersensibles a los sonidos y a las luces, por lo que los espectáculos de fuegos artificiales se convierten en una auténtica tortura para ellos.
Los estruendos provocados por los fuegos artificiales y los petardos les genera un alto nivel de ansiedad y estrés, incluso pueden causarles crisis, episodios en los que se ponen muy tensos, lloran, gritan, se tapan los oídos desesperadamente y en algunos casos pueden llegar a autolesionarse o presentar convulsiones.
Muchas familias con niños con autismo buscan estrategias para protegerlos, preparándolos con antelación durante días, o buscan sitios alejados para pasar las fiestas y así evitar exponerlos a los ruidos, pero no siempre es posible.
Por eso, por respeto a los niños con autismo y a nuestros amiguitos peludos, o cualquier mascota sensible (pájaros, coballos, hamsters, etc) que lo pasan mal con la pirotecnia, piensa en ellos antes de usarla. Para que así todos tengamos unas felices fiestas.